Relatos peralejeros

sábado, febrero 25, 2006

Sigo siendo el Rey

Agusto, su secretario, entró en el despacho con una calma discordante a las malas noticia que venia a traerles, pero desde el primer día Don Arturo le había mandado claramente a que bajo ningún concepto llegará sobresaltado a su despacho "Odio el caos y el desorden" le había dicho claramente. Y así fue, Agusto con un timbre de voz armonioso y tranquilo llamó su atención con el siempre utilizado "perdoneme". Don Arturo no despegó su mirada del periodico que tenía en la mano y no dijo absolutamente nada, Agusto se sintió un fantasma como todas las veces que entraba allí, pero sabía desde siempre que ese silencio y esa ignorancia hacía la llegada de su empleado era un rotundo "digame lo que tenga que decirme y marchese"
- Don Arturo, la economista me ha informado que hemos tenido un descenso del 5% en las acciones que invirtió en aquel banco Frances.
Con el mismo sosiego con él que leia el periodico, Don Arturo dijo un tono casi inaudible: Despidala.
- Pero señor... -Pronunció las palabras que en la vida debería de haber pronunciado si quería conservar su puesto-
- Y despidasé a usted tambien.
Se acabó, su trabajo con Don Arturo había terminado, él no aceptaba peros, se lo dijó el primer día. "No soporto que nadíe me contradiga una orden, soy el jefe y mando yo. ¿Entendido?"
Lo entendía perfectamente pero el susconciente lo había traicionado, había discutido una orden indiscutible para Don Arturo. Adios a su trabajo.

Como cada día, Don Arturo salía del despacho a las 3 para ir a su casa a comer, con la cabeza muy alta y esquivando las miradas de los trabajadores que para él eran como esclavos sin derechos, caminó hacía la puerta de salida. Lucía Sonsoles, una antigua empleada, le había dicho una vez con un tono amable y pacifico un cálido "Hasta mañana, Señor" y ahora esa misma Lucía Sonsoles buscaba trabajo en la cola del Inem. Don Arturo se sentía omnipotente en los muros de su oficina, era el rey, el todopoderoso, ¡Era el mismo Dios!.
Cuando salió de su distingido coche, cojió el malentín de piel y entró en su gran mansión. Vivía solo y no tenía mas cariño que el de su asistenta personal que en repetidas ocasiones había violado en el cuarto de la limpieza y había pagado su silencio con un aumento de suelo.
Al entrar en casa se desplomó en el suelo y comenzó a llorar, y arrugandosé el carisimo traje de etiqueta se arrastró hasta la cocina donde poco a poco se levantó tembloroso y abrío el armario donde tenía las pastillas con las que cada día, cada puñetero día, se había intentado suicidar. Vació el tarró de uno de los medicamentos y los palpó con la punta de los dedos contandó una por una las píldoras que se extendía en la palma de su mano. Sabía que nunca se atrevería a tragarse ninguna de esas pastillas porque era un cobarde, un cobarde que le temía a la muerte. "¡Los dioses son imortales!" Dijo con voz tan lúgubre que habría hecho estremecerse a cualquier persona que hubiera podido escucharlo. Volvió a depositar las pastillas en el bote y caminó dudoso hasta el salón donde puso uno de los canales porno que tanto le hacían difrutar en las noches de soledad. Estubo masturbandose hasta que se cansó y se quedo dormido en el sofá, con los pantalones por los tobillos y la mano pegajosa.
Cuando despertó el sol había caido por el horizonte, tenía hambre y despues de recomponer un poco su aspecto comió como un cerdo la comida basura que guardaba en la despensa. No tenía miedo a comerse toda aquella asquerosa comida. "¡Los dioses son inmortales!" se decía una y otra vez con la boca llena de ketchup.
Despues de engullir con una rápidez excesiva todo lo que pudo, encontró en la bodega uno de los mejores vinos que tenía y bebió como un loco, manchandose todo el traje de aquel reserva. Se tambaleó por la casa buscando un sitio donde poder dormir la mona y acabo llorando en el cuarto de baño, lamentando su vida y su soledad.
Por la mañana se levantó con un dolor de cabeza que ya reconocía como habitual, se aproximó al aseo para afeitarse un poco la barba, y esta vez si, tomó una de las pastillas que había en el bote, pero solo con el fin de que aquel dolor desapareciera lo mas rápido posible. Se puso uno de los trajes que su asistenta personal había llevado a la tintoreria recientemente y unos zapatos de piel de cocodrilo que valian una fortuna. A las 8 en punto salió para su trabajo. volvía a sentirse omnipotente en los muros de su oficina, era el rey, el todopoderoso, ¡Era el mismo Dios!.

Yago, su nuevo secretario, entró en el despacho con una calma discordante a las malas noticias que venía a traerles. Don Arturo no despegó su mirada del periodico que tenía en la mano y no dijo absolutamente nada, Yago se sintió un fantasma como todas las veces que entraba allí, pero sabía desde que comenzó a trabajar para él que ese silencio y esa ignorancia hacía la llegada de su empleado era un rotundo "digame lo que tenga que decirme y marchese. Yo sigo siendo el Rey"

lunes, febrero 20, 2006

Para M

Y durante 100 días y 100 noches mojastes mi cama con tu sudor, dulcificaste mis labios con tu ternura, encendiste mis ojos con tu alma e iluminaste mi camino con tu resplandor. Y ahora pregunto, despues de cincuenta veranos esperando tu regreso, por qué besaste mi vida convirtiendola en un paraiso y te fuiste sin avisar una noche de septiembre, dejandome caer en un abismo sin fin. Aún recuerdo cuando, con la luna como testigo, paseabamos de la mano a la sombra del espiritu que nos hizo libres, traicionando a la vulgar razón y a la tempestad de lo habitual. Fuimos amantes y amados, fuimos luz y oscuridad, fuimos fuego y agua, fuimos tu y yo. Cada noche que ha pasado desde la ultima vez que suspire cabalgandote, he deseado dejarlo todo y naufragar yo solo, ahogando mis penas a escondidas, en un vaso de vino. Muerto estoy de tanto resucitar, construyendo castillos de cartón con los retales de tus recuerdos, suplicando a estrellas olvidadas que dejen al viento arrastrar tu aroma hacia mi para poder ser feliz. Ahora, llorando estoy, mientras escribo estas lineas y firmo con sagre este final.